Pervivencias culturales |
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La península Ibérica es la única heredera de todas estas antiquísimas tradiciones, compartidas hoy en algunos aspectos con ciertos países de América Latina, con el sur de Francia y con Portugal. Los ancestrales rasgos que se atisban en las corridas de toros españolas, sólo se pueden explicar volviendo la mirada a aquel pasado ya remoto y eclipsado por la noche de los tiempos. Mesopotamia y Egipto, Anatolia y Fenicia, Creta, Grecia y Roma forman ya parte de un patrimonio cultural que la modernidad no reconoce todavía como suyo. No puede ser casual la asociación de estos eventos con nuestros ciclos agrarios, ni con vírgenes o santos bajo cuyo patrocinio se acogen. Tampoco pueden serlo las connotaciones atribuidas a toros y toreros, encarnación de tantos personajes, creencias y valores desgranados a través de la Historia.
Son las huellas de un hilo conductor que nunca se perdió y que permanece en el presente, como exponente de un museo vivo que no se debe perder.
PATRIMONIO CULTURALEl hombre ha practicado a lo largo de su historia, diversos juegos taurinos, que como relación social y elemento de valoración propia, han constituido un vehículo importante de transmisión de valores culturales. En algunos círculos se ha planteado la conveniencia de solicitar para dichos juegos la declaración de patrimonio cultural, al ser dignos de conservarse como muestra viva de la lucha del hombre por su superación, su crecimiento personal, el dominio de su entorno y la convivencia social. Fiestas, celebraciones lúdico-religiosas y competiciones alegres han conformado la larga tradición taurina de muchos años de la cultura mediterránea. |
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